Esam Hani Hajjaj

Un poeta de Gaza. Issam estudió literatura inglesa y fue profesora de escritura creativa para niños. Desde el inicio del genocidio, publicó textos diariamente en su blog personal.

Día 1 de la Masacre, ataque del 7 de octubre de 2023 

 Buenos días desde delante de la ventana que da al jardín de mi casa, lleno de dátiles que caen al suelo. Mi abuelo plantó esta palmera hace muchos años. Falleció hace dos años, a los 80, más viejo que la ocupación. Me hubiera gustado decir que mi mañana se parece al jazmín que cubre la casa, pero los sonidos bastan para despojarte de todas las emociones y llenarte el corazón de miedo. Niños corriendo a los brazos de sus madres, pensando que ese amplio abrazo les protegerá de los aviones de la ocupación. Si la piedra fuera destruida, ¡qué le haría un misil al abrazo de mi madre! 

Día 3 de la Masacre, 9 de octubre de 2023 

Hay un olor extraño. Siento que mis pulmones van a explotar en cualquier momento. Siento un dolor extraño en todo el cuerpo, y eso significa que nos están atacando con el internacionalmente prohibido fósforo blanco. El ejército israelí vuelve a pedir a la población de la Franja de Gaza que se marche a Egipto y, al mismo tiempo, bombardea el paso fronterizo de Rafah. No hay agua, ni electricidad, ni Internet, y el centro de la ciudad ha quedado completamente destruido, donde toda la gente tenía sus negocios. Toda la ayuda ha cesado y el mundo mantiene la boca cerrada ante este fascismo.

Estamos aquí para decirle al mundo que sabe que este es nuestro derecho a defendernos, por mucho que intente distorsionar públicamente la imagen del palestino . Este es nuestro derecho desde que la ocupación sionista empezó a matarnos y desplazarnos en 1948 y a robarnos nuestras tierras. Los dirigentes del mundo lo saben y también han contribuido a esta ocupación. Algunos de ellos lo saben, mientras que otros, la mayoría, lo ignoran y no conocen la verdad del asunto. Sin embargo, esto no niega nuestro derecho a la autodefensa, pase lo que pase.

Lo último que me gustaría decir o que podría expresar es que mi abuelo, que plantó los datileros frente a nuestra casa antes de morir, se negó a salir de casa durante todos los ataques a la Franja de Gaza. Nosotros tampoco nos iremos por la fuerza.

Día 5 de la Masacre, 11 de octubre de 2023 

 El frío pica. Después de muchos intentos por conciliar el sueño y sobreponerte a los sonidos de las explosiones, el frío te aguijonea para que no te pierdas toda la escena que te está sucediendo. Ahora: una nueva masacre en las Torres Karamah de Gaza. La gente pide ambulancias a gritos pero la zona sigue siendo bombardeada. Noticias de personas carbonizadas, sin que nadie llegue hasta ellas; el bombardeo no ha cesado y el fósforo blanco y las bombas de concusión están acabando con nuestros cuerpos. 

 En este momento, con el frío y mi dolor de pecho, junto con el bombardeo de la calle Al-Rasheed, me acuerdo del mar. Cada invierno, empiezo a sentir algo parecido a grietas en el pecho con el frío y nunca he sabido la razón de este dolor, a pesar de haberme hecho muchas pruebas. La calle Al-Rasheed, que da al mar y se llama ‘La corniche’, que es el único refugio para los residentes de Gaza, está siendo bombardeada ferozmente. 

Día 5 de la Masacre, 11 de octubre de 2023

 El 10 de octubre es el cumpleaños de mi madre. Después de que nos obligaran a abandonar nuestra casa en el barrio de Al Shujaiyyeh se sentó en la silla diciendo: "Si cada madre escondió a su hijo, ¿quién va a defender la tierra?". 

Día 12 de la Masacre, 18 de octubre de 2023

 Mi amigo dice que octubre es el mes del enamoramiento. El tiempo cambia de un calor insoportable a uno con brisa fresca. Cuando salimos por la noche con amigos, cogemos una chaqueta para protegernos de esa brisa y quien olvida su chaqueta se protege por el hombro de su amigo, hasta que vuelve a casa y se protege con las paredes. Esta noche ha sido muy dura, el ejército de ocupación ha convertido octubre de un mes de enamoramiento a uno de matar amigos. 

Ayer a las 7 de la tarde, la ocupación bombardeó el hospital Al Ma'medani (Bautista) de Gaza, dejando más de 500 mártires y muchos heridos. Entre ellos estaba mi amigo Mohamed Qreiqa'a, un joven alto y guapo cuyas pinturas artísticas expresaban la monstruosidad de la ocupación. Mohamed salió de su casa en Shujaiyyeh hacia el hospital buscando refugio y protección, dejó su arte en casa. Dejó su alma, sin saber que le esperaba la muerte. La ocupación niega la masacre, afirma que fue la resistencia, pero dada la magnitud de los daños, está claro que fue la ocupación, nadie más podía hacerlo. 

 La dignidad se ha secado de los rostros del mundo al ver lo que está ocurriendo. También lo ha hecho la arabidad y la humanidad de los corazones de la gente.. Incluso las Organizaciones de Derechos Humanos son inútiles... porque, para ellas, un palestino no es humano. Quizá si hubieran sustituido su declaración internacional por el concepto de derechos humanos, quizá entonces podrían hacer algo y recordar el derecho de todo ser humano a la seguridad. Ahora los jóvenes se están enamorando en París, Berlín y Barcelona, pero Mohamed no estaba allí, estaba en el hospital Ma'medani para decirle al mundo que su arte recuerda que octubre es el mes de la muerte.

Día 19 de la Masacre, 25 de octubre de 2023 

Se acerca el invierno. Mis amigos y yo solíamos comparar las calles de Gaza con las de París, burlándonos de lo malas que son nuestras infraestructuras. La lluvia inunda los barrios, el agua entra en las casas y a veces la gente utilizaba pequeñas barcas para transportarse. Las alcantarillas se atascan y un olor pestilente inunda el lugar. A los que les gusta el invierno lo anhelan, igual que los enamorados que desean vivir una sensación única bajo la lluvia, y a veces pueden experimentarlo durante muy poco tiempo, ya que acechan esos momentos, lejos de la mirada de sus padres. 

Esta ciudad no reconoce a los amantes si no es a través del matrimonio. Se roban besos y abrazos en callejones, o en escaleras. Este invierno, se envían mensajes bajo un manto de misiles israelíes sin abrazos. Hacen largas colas durante horas, solo para conseguir agua potable y pan. Este invierno va a ser muy amargo, las casas están completamente derruidas, con agujeros en sus paredes y techos, y sin abrazos para hacer más suave el frío. Muchas familias han instalado tiendas de campaña en el sur. Después me he enterado de que las calles de París están llenas de ratas y pulgas, y que las calles de Gaza son más bonitas si no fuera por lo que está haciendo la ocupación.

Día 23 de la Masacre, 29 de octubre de 2023 

Viernes 27.10, 18:15 hora de Gaza. El tiempo de reunión para contar historias y charlar en casa de mi tía se convirtió en una fosa común. La ocupación israelí bombardeó la casa sobre nuestras cabezas sin previo aviso. Yo estaba hablando con mi tío Adham en Berlín mientras la casa era bombardeada. En un momento estaba sentado en una silla en el tejado con mi familia y al siguiente me encontraba bajo los escombros. No sé en qué momento nos alcanzaron, pero perdí el conocimiento durante unos segundos y luego abrí los ojos. Me sentía como si me hubieran enterrado vivo con toneladas de humo en la boca. 

Esa misma nube de humo que suelo ver cuando las casas, en las que una vez estuve dentro, son alcanzadas. Empecé a buscar a las personas con las que estaba en el momento del asalto: mi hermana, mi prima y mi otro primo. Los encontré y empecé a grabar un mensaje para mi amigo Reef, en Jordania, y para mi tío, para que avisaran al mundo de este ataque inhumano. Después de diez minutos de estar dentro del humo, bajé las escaleras, sólo después de que mi hermano dijera que el camino estaba despejado en la planta baja. Empezamos a contar y a llamarnos unos a otros, y todos respondieron excepto mi padre. Empezamos a gritar y a escarbar por todas partes hasta que nos oyó. 

Removimos los escombros con las manos desnudas y los cuerpos destrozados para sacarlo. Los vecinos vinieron a ayudarnos a salir del edificio inmediatamente, esperando que lo más probable es que la casa volviera a ser bombardeada, como suele ocurrir. No nos importó y seguimos removiendo los escombros hasta que conseguimos sacarlo. En un segundo, todos tomamos la decisión de que no nos íbamos a ir sin él, pues sabemos demasiado bien, que los equipos de rescate temen la noche, y que las ambulancias no pueden trabajar, y que pasarán días hasta que alguien aparezca y ayude debido al gran número de víctimas diarias. Dejamos a las niñas en casa del vecino y llevamos a mi padre en camilla a urgencias del hospital Al Shifa, donde le administraron los primeros auxilios. Mi padre tenía el pie derecho y el brazo izquierdo rotos. Pasó más de tres horas en el suelo del hospital después de que lo sacaran de debajo de los escombros, sin nada para aliviarle el dolor. Perdí la cabeza. Cogí lo que pude, a veces a la fuerza y a veces amablemente, cualquier cosa para aliviar el dolor de mi padre. Después de 5 horas, conseguimos un colchón para que se tumbara. Una hora más tarde, un médico le cosió la cabeza sin anestesia, debido a la escasez; la anestesia se reserva para casos más graves. 

El hospital Al Shifa está lleno de gente. Están por todas partes. En los pasillos, en las callejuelas… hay tantos desplazados buscando refugio en el hospital, tantos heridos, y tantos muertos en una tienda en el patio del hospital, que podemos olerlos en todo momento. Dentro de esa tienda hay un cuenco. Un cuenco con partes de cuerpos. Partes de cuerpos de los niños de Gaza en un gran cuenco. Al día siguiente, mi padre fue derivado al Hospital Europeo para que le operaran el pie y el brazo. Le dieron otro diagnóstico: su ojo izquierdo tiene una hemorragia interna, desgarro del iris y el cristalino dislocado. 

Tres días sin un diagnóstico adecuado y mañana le operan. Podría haber un problema con los nervios de la mano. Le van a poner un implante de platino en el fémur para sostenerlo, y aún es un diagnóstico inicial. 

Me llamo Esam Hani Hajjaj, de Gaza, y salí de mi casa en Shujaiyyeh con mi familia antes de que la bombardearan, hacia la casa de mi tía en el barrio de Al Zaytoon, sólo para que la bombardearan mientras estábamos en ella. 

Me llamo Esam, de Gaza, y ni siquiera me revisaron las heridas de la cabeza y el hombro derecho porque podía moverme y había otras bajas más importantes que atender. Mi hermano se llama Ahmed y tiene la espalda quemada. Mi hermana se llama Shaymaa, sobrevivió de milagro, y tenía el pie herido. Mi primo Ahmed tiene 8 años y está herido en la cabeza. Durante toda la noche, mi tía me ha estado diciendo, Esam, nombra esta historia la Tumba de la Vida. Nos salvamos de milagro de esa tumba. Cuando entramos en casa a la mañana siguiente, pudimos verlo. Pudimos ver claramente que era justo que Dios quisiera una vida más larga para nosotros.

Día 26 de la Masacre, 1 de noviembre de 2023 

 Una ducha fría después de 4 días sin ducharte te da una sensación de humanidad. Fui al baño del hospital para ducharme y encontré a una chica joven esperando para ducharse también. ٍTiene la piel clara y los ojos color avellana. Me sonrió cuando mis ojos se cruzaron con los suyos y empezó a hablarme. Le pregunté su nombre y su edad. Me dijo que se llamaba We'am y que tenía 10 años. We'am insistió en que me duchara antes que ella.Me hizo sonreír, esta pequeña, a pesar de todo el dolor que estamos pasando. Como si me acariciara suavemente el corazón con la palma de la mano. 

Cuando decidimos que yo me ducharía primero, me dijo que necesitaba una bolsa de plástico para meter la ropa, y se apresuró a traerme una. Entré en el cuarto de baño, me quité la ropa, la metí en la bolsa que me había traído y abrí el grifo. Unos minutos más tarde, salí y me encontré a We'am esperándome. Estaba secando el suelo mientras ella me preguntaba cuántos años tengo y yo le pedía que adivinara. Me dijo que le gustaba adivinar y empezó a adivinar hasta llegar a los 27. Me dijo: 'nos fuimos de casa porque mi hermano insistió en que no nos quedáramos ni un minuto más. Aún así le golpearon mientras estaba en una cafetería, pero sobrevivió'. Me preguntó cómo me llamaba y le dije Esam y "si necesitas algo solo tienes que venir y decírmelo". Terminé de secar el suelo y la dejé para que se duchara con agua fría. Me quedé fuera bajo el sol y unos minutos después, We'am salió con el pelo mojado, parecía una princesa, saliendo a saludar a su gente. Luego me dedicó una gran sonrisa y siguió su camino.

 Después de que su sonrisa desapareciera de mi vista, la enfermera vino a decirme que la cirugía de mi padre era la siguiente, "ven a prepararlo" me dijo. Parece que la sonrisa de We'am me quitó el sentido del tiempo, hasta el punto de que sentí que todo había sucedido en una fracción de segundo. Mi padre se sometió a la operación y salió bien, con piezas de platino en el brazo y el pie, que mantenían unidos los huesos. Pero no todo fueron buenas noticias, nos dijeron que había perdido el ojo derecho. El médico dijo que podrían devolverle la vista porque el daño no había alcanzado la córnea, pero que necesitaba cuidados fuera de Gaza. Y a cada momento que pasa, su vista se vuelve irrecuperable. 

 Con todo este dolor, mi madre y mis hermanas están ahora en el barrio de Al Nasr, en el norte de Gaza. Aún no hemos conseguido sacarlas al sur, donde estamos ahora. 

 

Día 39 de la Masacre, 14 de noviembre de 2023 

La lluvia, como la agresión, cae sobre nosotros pesadamente, llevándose consigo la seguridad de los afligidos, luego hace una pausa y después se reanuda. Días pesados para nosotros están pasando bajo la agresión israelí, y ahora la lluvia ha venido a aumentar nuestro sufrimiento . La vida es extraña en la realización de las cosas, ya que Dios no nos envía nada más que el bien. Sin embargo, la lluvia quita la seguridad a la gente que está en tiendas de campaña en el hospital. Les quita sus lugares para dormir y los expulsa, igual que hace la ocupación. 

 Dios, aceptamos todo lo que nos traes. Hemos desobedecido y nos has perdonado, así que perdona nuestro mayor pecado. Ayer, a medianoche, habíamos cubierto nuestra tienda con una lona de plástico para protegernos de la lluvia, pero el aguacero era más fuerte que los postes y el techo de nuestra tienda, así que empezó a caer agua sobre nuestras cabezas. Salimos de la tienda cargados con nuestras cosas tras muchos intentos de mantener el agua a raya. Recogimos nuestras pertenencias y fuimos a una escuela pública cercana. 

Decían que la UNRWA izaba su bandera sobre ella para que fuera segura, como si las escuelas de la UNRWA no hubieran sido bombardeadas antes. Pasamos la noche en un aula, llorando por nuestra situación. A las cuatro de la tarde, llevé unas berenjenas al horno de barro cercano al hospital, y allí conocí a una niña llamada Hanan. Sus hermosos ojos te hacen olvidar el dolor por un momento, pero también te quitan la tranquilidad que dan, por la cautela que se ve en su rostro; como si nunca hubiera sido una niña. 

Como yo, Hanan había venido a por las berenjenas. Me sonrió y le hice una foto. La gente acude a diario al horno de barro para hornear por turnos, debido a los cortes de electricidad y a la falta de gasolina. Por la mañana, llevé a mi padre a cambiar el vendaje de sus heridas. Entré en el hospital con él, y un niño y su madre entraron con nosotros. Al niño había que quitarle puntos de la espalda, mientras que su madre tenía heridas en el pie y la mano. Después de curar las heridas de mi padre, la enfermera gritó: "Hajjaj, sujeta fuerte al niño y evita que se mueva". Sujeté firmemente la espalda del niño, que empezó a gritar de dolor. El niño era muy fuerte y pudo moverse a pesar de mi agarre. Temía ejercer más presión y romperle la pelvis con la mano. El padre del niño le dijo que dijera "Oh, Dios", y el niño empezó a decirlo con su voz inocente, ahogado en lágrimas. En ese momento, me robó la resiliencia y mis lágrimas estaban a punto de caer, pero las contuve. 

 Terminamos y cada uno se fue por su lado. Yo fui a la tienda para reconstruirla de nuevo. Estuvimos horas hasta que se nos hizo de noche. A las siete de la tarde, la lluvia volvió a caer, derribando la mayoría de las tiendas del patio del hospital, incluida la nuestra, que habíamos pasado todo el día reconstruyendo. Una vez más, nos ahogamos.

 Cargamos con todo y volvimos a la escuela después de haberla abandonado. Horas después oímos el ruido de las bombas que sacudían el lugar. Las fuerzas de ocupación bombardearon una casa cerca del hospital, y hubo heridos en la calle cercana al hospital, donde vamos a comprar lo que haya. Las ambulancias corrieron hacia ellos y los trajeron junto con los mártires, uno de ellos partido en dos. La situación aquí es catastrófica. La situación de la gente en el hospital hace llorar a las piedras. La comida escasea y solo se consigue al doble de precio. No hay sitio para ellos (los gazatíes). No hay paredes que les protejan del frío ni nada que les proteja de los bombardeos. Estamos expuestos a morir en cualquier momento, porque las fuerzas de ocupación tienen la luz verde del mundo para matarnos. 

 Las noticias dicen que el jueves es el último día para las redes de telecomunicaciones en la Franja de Gaza, después de lo que quedarán todas cortadas. Natanyahu exige que todos los palestinos de la Franja de Gaza vayan al Sinaí egipcio. Podemos ser desplazados a la fuerza. 

 Me llamo Esam. Fuimos desplazados de Shujaiyyeh tras el bombardeo de nuestra casa a Hay Al Zaitoun, donde bombardearon la casa sobre nuestras cabezas el viernes 27 de octubre a las 6:14. Nos trasladaron del Hospital Al-Shifa al Hospital Europeo para tratar a mi padre. Este puede ser nuestro último contacto. Quizá nuestro próximo contacto sea desde el Sinaí o a través de oraciones por nuestras almas. 

 

Día 59 de la Masacre, 4 de diciembre de 2023 

 Es como si mi corazón fuera una historia tejida por las manos de una anciana, tejiendo todas las historias de la casa, desde la cocina hasta el salón y los dormitorios. El tiempo en esta historia es extraño, y los sonidos distantes, y no sabe igual que los que todo niño saborea antes de dormir. La última escena durante la tregua estaba impregnada de vida, como si Gaza nunca hubiera muerto. Era como una arteria por la que la sangre bombeaba vorazmente. 

 Una mañana quería una taza de té caliente para aliviar mi dolor de garganta, pero la tetera me traicionó con su mal funcionamiento. Así que puse el té en la olla que usamos para el fuego. Vi muchas ollas junto al fuego, y cuando llegó mi turno, el fuego se había apagado. Cuando estaba encendiendo el fuego de nuevo, un niño me dijo: "¿Qué haces, tío?" Le contesté: "Haciendo té". Y él dijo: "¡Té en una olla!" Me reí, y empezó a ayudarme a encender el fuego. Me dijo que el fuego no prendía por el tipo de madera. Sonreí, viendo cómo la experiencia vital de este niño había superado la mía. De hecho, a mi lado había dos tipos de madera que la gente había cortado de los árboles. Junto al chorro de agua, encontré a una niña y a su hermana. Me dijeron que mi presencia hacía volver el agua, y yo dije: "¡Wallah!" Y todos nos reímos. No nos importaron los nombres, me preguntaron por mi edad y si estaba casado. Eran más jóvenes que yo y contaban historias sobre sus compromisos rotos. Una de ellas no se ponía de acuerdo sobre la dote y el régimen de vida. Una dijo en voz alta: "¡Yo no le quería!" y era la única que tenía moratones en la cara de haber sido golpeada. Todas nos fuimos por caminos diferentes. 

Lo que quiero decir es que la vida está dentro de nosotros. La vivimos en todas partes, aunque haya destrucción. Pero cómo puedo ignorar estos sonidos que matan a nuestros seres queridos cada segundo. Ahora estoy sentado en la acera del hospital y las bombas tiemblan a mi alrededor. Son las 17:36.


Día 75 de la Masacre, 20 de diciembre de 2023 

 Esta ciudad está llena de extrañas contradicciones, mezclando la muerte con la vida y transformando las escenas de muerte en una pieza cinematográfica carente de placer. Pero el espectador es incapaz de apartar la mirada a pesar de su crueldad. Trata de protegerse de la presión abrumadora de oír las noticias de que alguien ha sido martirizado o herido, de los sonidos de los relatos aterradores y de las escenas que ve cada hora.

 Ayer fui al mercado y cuando volvía de Rafah al Hospital Europeo, el conductor del autobús no quiso oír las noticias y decidió poner música. El conductor estaba de buen humor, encendió su cigarrillo y dijo quiero morir así, no me importa nada y estoy contento con la vida que he vivido hasta ahora. Mucha gente intentó venderle gasóleo, pero su respuesta fue siempre que estaba dispuesto a proporcionar gasóleo y venderlo a precios inferiores a los del mercado. El autobús era como la lámpara de Aladino, nos transportaba de una atmósfera llena de muerte a nuestros recuerdos de viajes en autobús escuchando música con los amigos y peleándonos por ver quién ponía primero su canción favorita. A mí me llevó a los recuerdos de ir con el coche de mi hermano por la noche a la playa de Gaza. Ese mismo coche tampoco se salvó del bombardeo. Esto me hizo pensar si lo que estoy haciendo en este autobús significa que estoy faltando al respeto al dolor de la gente y al mío, pero todos compartimos este dolor. 

Quiero que cesen las agresiones a Gaza y darme una ducha caliente sin que nadie llame a la puerta mientras estoy dentro. Quiero tumbarme en mi cama y tener un sueño profundo y liberarme de mi ropa bajo la manta. Quiero despertarme cuando quiera sin oír gritos. Odio la destrucción y mi mensaje al mundo es que los que cometen masacres contra nosotros deberían tirarse al cubo de la basura porque saben lo que hacen en su oscuro camino. Pero en nuestro mundo todo está incompleto.

 Me equivoqué al pensar que mi día estaría completo a los ojos del conductor, pero el tiempo bastó para cambiar las cosas . Después de la oración de la tarde y cerca de la escuela refugio cercana al hospital, una casa fue bombardeada y 60 personas fueron martirizadas mientras que decenas resultaron heridas de los que se refugiaban en tiendas de campaña junto a la escuela Al Fukhari, todo en un minuto.